En primer lugar, son sustancias con afinidad directa hacia las neuronas, motivo por el cual la ciencia las denominó “drogas inteligentes”. Este nuevo concepto excede de la simple noción de reforzar la memoria, sino que amplía su espectro de actividad hacia la estimulación de las funciones cognitivas generales que involucran aspectos tan importantes como la creatividad, la motivación, la concentración, los reflejos y el aprendizaje. De ahí que gran parte de sus consumidores sean personas jóvenes o de mediana edad con posiciones importantes de tomas de decisiones en la vida.

Inicialmente, la ciencia investigó drogas químicas que permitan obtener estos beneficios, encontrándose entre ellas el piracetam, la nicergolina o la citicolina. Sin embargo, la revisión final de meta-análisis y estudios clínicos concluyó que sus beneficios eran escasos e incluso peligrosos para darlos en personas mayores de edad. Por tal motivo, la ciencia se volcó definitivamente hacia el campo de los alimentos y plantas medicinales que pudieran contemplar los tres aspectos que toda droga debe resguardar: seguridad, eficacia y calidad.

Fue así que nos encontramos con la fosfatidilserina, un tipo de grasa benéfica que se obtiene actualmente a partir de los derivados de la soja (específicamente de la lecitina) o del repollo. El mecanismo de acción general de la fosfatidilserina se basa en elevar la tasa de neurotransmisores en el cerebro como por ejemplo la serotonina (vinculada a las situaciones de armonía, relax, antiestrés), la dopamina (vinculada a la atención, estimulación) y la acetilcolinalina (relacionada a la mantención de la memoria y captación de la información recibida). A todo ello se le debe sumar la mejoría en la captación de glucosa por parte de las neuronas (fuente indispensable de energía), del aporte en el suministro de oxígeno al cerebro, y del estímulo en el crecimiento hormonal. Por todos estos motivos, y por la seguridad de su toma tanto en jóvenes como en personas mayores, la fosfatidilserina se erige como el principal agente nootrópico moderno.

Respecto a las plantas medicinales, sin lugar a dudas debemos mencionar a las hojas del Ginkgo biloba, un árbol asiático de legendaria reputación que mejora la circulación sanguínea a nivel cerebral, estimula la memoria, es antioxidante, y que de esta manera complementa perfectamente la actividad de la fosfatidilserina. En ese mismo rol aparecen la vincamina, obtenida de las hojas de la vinca menor (una plantita ornamental) o la especie Bacopa monnieri (Brahmi para la medicina ayurveda) que ha dado muy buenos resultados en niños con déficit de atención y memoria, aunque aún no está autorizada esta especie en Argentina.

Entre los aminoácidos más reconocidos en esta área, debemos mencionar la L-tirosina, que cuenta con excelentes trabajos en el área de la cognición, siendo un precursor del neurotransmisor dopamina; el triptófano (precursor del neurotransmisor serotonina) o la L-teanina (presente en el té verde, y relacionado con la generación de relax sin pérdida de vigilia). Con el objeto de obtener mejores resultados, se suele recomendar asociar varios de estos componentes en una misma formulación, para obtener efectos sinérgicos, que permiten optimizar la respuesta deseada. Al ser la mayoría de ellos componentes naturales integrantes de alimentos, se recomienda la toma de estos productos durante el acto de las comidas principales, en la dosis recomendada por un profesional de la salud.